Los desastres naturales vs los desastres burocráticos.

El llamado sería para todos los burócratas a que se levanten de su silla y salir al territorio, aportar su granito de arena para levantar un municipio devastado como pasó con Acapulco, en los recientes hechos por «Otis» el huracán.

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Pero acá la(s) pregunta(s) es…
¿Que pasa con los burócratas? ¿Qué pasa con los trabajadores de la burocracia estatal?

Si no se tiene a la gente atendida ¿a quien o quienes van a dar atención ciudadana?La contradicción se da también en otros espacios, como en el deporte, es decir, vemos el desastre, vemos que tenemos encima el agua, el agua en el cuello y no movemos un dedo. Y no hablo de la gente de a pie, lxs vecinxs, quienes están involucrados directa e indirectamente en el deporte… hablamos de la alta y la media burocracia, esa clase que se ha anquilosado en los puestos de poder sin hacer mucho por la gente. Hablo de los que tienen puestos estratégicos dentro de la administración pública, «jefes de departamento», administradores, contadores(as) de todos y todas aquellas personas que forman parte del edificio de la atención ciudadana.

En el deporte pasa exactamente lo mismo, vemos el desastre que tenemos (que no es natural pero si presa de las circunstancias sociales y culturales), vemos quién o quienes son los grupos de poder, los que roban, material y espiritualmente, pero seguimos ahí, sin mover un dedo. Somos pocos los que vemos lo que no es correcto, no es correcta la corrupción, no es correcto el amiguismo, el «campeonismo» a la mexicana, el «echaleganismo» o el «agua pa’mi molinismo«

El desastre que se gesta en la realidad por el factor burocrático de las y los encargados de llevar bases materiales a nuestras juventudes y a la niñez queda demostrado con la falta de compromiso con la estructura, con las escuelas, con los entes que están en tierra, manejando grupos, sin salario, sin derechos sociales, sin educación, ahí en el fondo del tarro, en la base, haciéndose cargo como pueden de la misma.

Otis demostró que existen estructuras de poder alimentadas por el consumo exacerbado de territorios como lo es Acapulco. La tragedia levanta la tapa de un subsistema que existe gracias a la colaboración de todas y todos los que compartimos territorio y subjetividades en el espacio social. Gobierno y burocracia haciéndose cargo de lo que la gente tiene como responsabilidad no solo para sanear los daños causados por un fenómeno natural, sino entender desde el fondo cómo es que podemos sanear nuestros espacios y territorios para tener una vida digna.

Desde ChD hacemos el llamado a la reflexión y visibilización de este y otros desastres que se gestan ante la falta de empatía por aquellos que tienen el poder; somos más los buenos.

R.F.G

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