Llegó el momento de poner nuestras barbas a remojar. Ya que el entrenador sin ética (al menos en México) ha institucionalizado (sic) una práctica devastadora para el campo laboral en nuestro país.
El entrenador chapulín es aquel que se apropia del éxito de un atleta sin reconocer el esfuerzo y la labor de los educadores físicos que lo formaron previamente. Esta práctica, que ignora el trabajo de base y los procesos de desarrollo, perjudica la ética deportiva y desvaloriza la labor de los entrenadores iniciales. Para erradicarla, es crucial institucionalizar herramientas que transparenten los traspasos de atletas y los cambios de entrenadores, garantizando un reconocimiento justo y un sistema más equitativo.
Se abre el debate…
¿Porqué un atleta se va del seno o de un cierto entrenamiento? ¿que no es mejor realizar gestiones conjuntas para tener un mayor alcance entre pares? ¿cuál es la competencia real, la de la pista o la que se gesta fuera de la pista, el campo?
