Sin bases no hay desarrollo: El atletismo mexicano en la encrucijada

Aportes a tomar en cuenta

El atletismo mexicano vive momentos de incertidumbre, atrapado entre la falta de un sistema sólido de desarrollo, pugnas internas y un estancamiento que impide su despegue hacia la élite mundial. A pesar de contar con talento natural y una rica tradición deportiva, el deporte rey en México enfrenta una crisis estructural que no puede ignorarse. Como reza el dicho, «sin bases no hay desarrollo», y en el caso del atletismo mexicano, estas bases —educación física, instituciones sólidas y entrenadores/as comprometidos/as — están debilitadas por intereses personales, burocracia y una falta de visión a largo plazo.

La importancia de los educadores físicos: Los talentos no nacen debajo de las piedras ni son garbanzos de a libra.

Los educadores físicos son la piedra angular para el desarrollo del atletismo en México. En las escuelas, donde el talento deportivo comienza a gestarse, estos profesionales tienen la responsabilidad de identificar y fomentar las capacidades de niños y jóvenes. Figuras como los profesores de educación física en comunidades marginadas han demostrado ser clave para descubrir talentos, como fue el caso de Ernesto Canto, quien comenzó su camino en la marcha atlética gracias a la guía de un maestro en el Deportivo Plan Sexenal. Sin embargo, la falta de recursos, formación continua y un sistema nacional que integre la educación física con el deporte federado limita su impacto. Mientras en países como Estados Unidos o Jamaica se invierte en programas escolares que detectan y desarrollan velocistas o fondistas desde edades tempranas, en México los educadores físicos se pierden de foco y trabajan muchas veces con recursos mínimos, sin un plan estructurado (pues su área es otro tipo de desarrollo) que conecte la escuela con el alto rendimiento.

La educación física en México no es solo una asignatura, sino una herramienta para combatir problemas de salud pública y fomentar una cultura deportiva. Sin embargo, la falta de infraestructura en escuelas y la poca prioridad que se le da al deporte en los planes de estudio son un obstáculo. Como señaló César Moreno Bravo, exmiembro de la Federación Internacional de Atletismo, el sistema deportivo mexicano no existe mientras el deporte universitario y el federado permanezcan separados, y mientras las escuelas no sean semilleros de atletas. Los educadores físicos podrían ser el puente entre el talento crudo y el alto rendimiento, pero necesitan apoyo institucional, capacitación y un sistema que les permita trascender el aula.

CONADE: Un gigante dormido

La Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (CONADE) debería ser el motor del desarrollo deportivo en México, pero su papel en el atletismo ha sido inconsistente. Durante años, ha estado envuelta en controversias que han afectado directamente al atletismo, desde recortes presupuestales hasta conflictos con la Federación Mexicana de Asociaciones de Atletismo (FMAA). En 2009, Antonio Lozano, presidente de la FMAA, denunció que el atletismo mexicano logró 46 medallas internacionales a pesar de no recibir apoyo gubernamental, sin embargo no dijo que él estuvo inmiscuido en un problema legal por «peculado» (Robo) evidenciando con esto la desconexión entre la CONADE y las federaciones. Más recientemente, bajo la dirección de Rommel Pacheco, la CONADE no ha reconocido a ninguna de las dos facciones que disputan el control de la FMAA, lo que genera un limbo administrativo que perjudica a los atletas.

La CONADE, adscrita a la Secretaría de Educación Pública, tiene el mandato de fomentar la activación física y regular el deporte organizado. Sin embargo, su enfoque en eventos burocráticos y en la construcción de instalaciones que terminan como «elefantes blancos» ha desviado recursos que podrían destinarse a la formación de entrenadores, becas para atletas y programas de detección de talentos. La Escuela Nacional de Entrenadores Deportivos, dependiente de la CONADE, es un esfuerzo loable para formar entrenadores capacitados, pero su impacto es limitado si no se vincula con un sistema que promueva la profesionalización y la renovación de métodos de entrenamiento.

Entrenadores anquilosados y pugnas de poder

Uno de los mayores obstáculos para el atletismo mexicano es la presencia de entrenadores y directivos anquilosados, que se aferran a métodos obsoletos y a posiciones de poder sin contribuir al desarrollo del gremio. La disputa entre Antonio Lozano e Israel Benítez por la presidencia de la FMAA es un claro ejemplo de cómo los intereses personales y las luchas de poder desvían la atención de lo verdaderamente importante: los atletas. Lozano, hoy ex presidente de la FMAA desde el 2009, ha enfrentado acusaciones de peculado y fraude fiscal, además de críticas por su gestión opaca y por cobrar «cuotas» a atletas para asistir a competencias internacionales. Por su parte, Benítez, exsubdirector de Calidad para el Deporte en la CONADE, ha intentado usurpar la presidencia de la FMAA en múltiples ocasiones, incluyendo una autoproclamación en 2017 que fue rechazada por la CONADE, el Comité Olímpico Mexicano (COM) y World Athletics.

Ambos personajes representan un modelo de liderazgo que prioriza el control del poder sobre el desarrollo deportivo real, construcciones políticas además que muchos entrenadores en México carecen de la preparación necesaria para competir con las potencias mundiales. Como señaló Cecilia Tamayo, velocista mexicana entrenada por Carl Lewis en Houston, «el nivel del atletismo mexicano es bajo en comparación con países como Estados Unidos, en parte debido a la falta de entrenadores actualizados y tecnología de punta.»

La mayoría de los entrenadores no invierten en su propia formación ni buscan innovar, lo que perpetúa el rezago en disciplinas como la velocidad, donde México no tiene representantes competitivos en pruebas de 5,000 o 10,000 metros.

Un llamado a la acción

El atletismo mexicano no está condenado al fracaso, pero necesita una reestructuración profunda. Los educadores físicos deben ser empoderados con recursos y programas que les permitan identificar y guiar talentos desde la base. La CONADE debe priorizar la inversión en atletas y entrenadores sobre la burocracia, trabajando de la mano con el COM y la FMAA para establecer un sistema deportivo coherente. Y, sobre todo, es hora de dejar atrás a los entrenadores y directivos anquilosados que frenan el progreso. La salida de figuras como Lozano y Benítez, y la llegada de líderes comprometidos como Carmen Acevedo a la cabeza con la transparencia y el desarrollo, son esenciales para que el atletismo mexicano recupere su lugar en el escenario mundial.

Como dijo Ana Guevara, la medallista olímpica más icónica del atletismo mexicano, los éxitos en este deporte son fruto del esfuerzo individual de los atletas y sus entrenadores, no de un sistema funcional. Mientras México no invierta en sus bases —educación física, formación de entrenadores y una federación unida— el sueño de volver a ver a un mexicano en el podio olímpico seguirá siendo una utopía. Es hora de actuar: sin bases, no hay desarrollo.

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