El Dirigente Deportivo Mexicano Promedio: Un Héroe Sin Capa (Pero Con Cuenta en Suiza)

Radiografías de la mediocridad en nuestros contextos deportivos.

En el vasto y surrealista mundo del deporte mexicano, existe una figura legendaria, casi mitológica, que destaca por su astucia, su carisma y su habilidad para desaparecer recursos como si fueran trucos de magia. Sí, hablamos del Dirigente Deportivo Mexicano Promedio (DDMP), un ser que, aunque no conoce de gestión deportiva, sabe más de desvíos que un río en época de lluvias.

El DDMP es un maestro (o maestra) del arte de la opacidad. ¿Transparentar decisiones? ¡Jamás! Eso sería como darle una brújula a un barco que ni siquiera sabe que está en el agua. Para él, la transparencia es un concepto abstracto, como la teoría de la relatividad o la puntualidad en un partido de la Liga MX. Sus decisiones son tan misteriosas como el origen de los apoyos que prometió hace cinco años y que solo existe en los renders de su PowerPoint.

Pero no todo es oscuridad en su reinado. El DDMP tiene un corazón… bueno, tal vez no un corazón, pero sí un gran aprecio por los recursos que deberían destinarse a la formación de jóvenes talentos. ¿Para qué invertir en canchas, balones o en formación de entrenadores/as si esos fondos pueden disfrutarse en unas vacaciones en Cancún? Al fin y al cabo, él también es un talento… un talento para la elusión fiscal.

Y no podemos olvidar su relación con los entrenadores y entrenadoras de buena voluntad. El DDMP es un experto en aprovecharse de su pasión por el deporte. Les vende sueños de gloria y proyectos ambiciosos, mientras les pide que trabajen (a veces) con sueldos que apenas alcanzan para un café. Pero, ¿quién necesita un salario digno cuando tienes la satisfacción de servir al deporte, verdad?

Lo más irónico de todo es que el DDMP no tiene ni idea de gestión deportiva. Para él, un presupuesto es como una piñata: se le pega hasta que caen los billetes. Y si alguien le pregunta por qué no hay resultados, siempre tiene una respuesta lista: “Es culpa de los chavos, me tienen mala fe desde la administración pública”, “No hay apoyo de la federación” o, su favorita, “El deporte es a largo plazo” (que ojo, sí lo es pero desde otros términos y no cuando éste ser se roba los plazos.

Pero no nos equivoquemos: no todos los dirigentes deportivos son así. Esto es solo un reflejo de aquellos a quienes les queda el saco… y les queda tan bien que podrían modelarlo en una pasarela. Así que, si eres un DDMP y te sientes aludido, no te preocupes. Tu legado perdurará… al menos hasta que alguien audite tus cuentas.

En conclusión, el Dirigente Deportivo Mexicano Promedio es un personaje único, una mezcla de Robin Hood (pero al revés) y un mago escapista. Y aunque el deporte sufra, él siempre encontrará la manera de salir… con las manos llenas. ¡Larga vida al DDMP, el verdadero campeón de la opacidad!

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